miércoles, 30 de mayo de 2012

RAFAEL DE PENAGOS

El profe de vez en cuando nos pone alguna poesía (por cierto, debe ser de los pocos que siguen usando esos casetes tan viejos, ¡ pero profe, si ya no existen casi, no pensábamos que fueras tan mayor...jajajajaj, es broma, claro).
Decía que el profe nos pone poesías y muchas veces nos ha dicho la persona que recita los versos se llama Rafael de Penagos.

He estado investigando un poco, así que paso a presentaros al personaje:

Rafael de Penagos era un actor y poeta que se hizo famoso como DOBLADOR , es decir, esos actores que ponen la voz a otros en películas o dibujos.
Nació en Madrid en 1924 y murió en febrero de 2010. (Noticia de su muerte en prensa).
Vivió en Chile y en Argentina, donde publicó su primer libro de versos. En 1945 volvió a España y fue premiado en 1964 con el Premio Nacional de Literatura por su obra Como pasa el viento. Se casó con Consuelo Romero, una locutora de televisión que murió 3 años antes que él.
Tiene publicados unos 15 libros :  Carta a León Felipe 1967,  Poemas a Consuelo 1992,  Orilla del recuerdo 1996,  Memoria de doce escritores 1999, Nueve siluetas 2005  y Retratos Testimoniales 2006.

Rafael de Penagos tenía una voz muy bonita y tuvo mucho éxito doblando a actores y voces del cine y la televisión.  Fue la voz de actores como Stan Laurel (uno del Gordo y el Flaco), Brian Murphy ( en su papel de George Roper), y Donald Pleasence.  También puso voz a Sherlock Holmes para la televisión.  Fue la voz de Miguel de Cervantes en la serie Don Quijote,  la del agente Dix en La vuelta al mundo de Willy Fog y la del cardenal Richelieu en la serie DÁrtcan  y los tres mosqueperros.  Y también la de Eustakio Habichuela en la serie de dibujos Agallas, el Perro Cobarde.

Muchas veces no nos fijamos en las voces de los personajes pero la verdad es que debe ser difícil hacerlo y sobre todo hacerlo tan bien.   



Aquí podemos escuchar su voz recitando un capítulo de Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, que leímos en clase.





Encontré a Platero echado en su cama de paja, blandos los ojos y tristes. Fui a él, lo acaricié hablándole, y quise que se levantara...
El pobre se removió todo bruscamente, y dejó una mano arrodillada... No podía... Entonces le tendí su mano en el suelo, lo acaricié de nuevo con ternura, y mandé venir a su médico.
El viejo Darbón, así que lo hubo visto, sumió la enorme boca desdentada hasta la nuca y meció sobre el pecho la cabeza congestionada, igual que un péndulo.
—Nada bueno, ¿eh?
No sé qué contestó... Que el infeliz se iba... Nada... Que un dolor... Que no sé qué raíz mala... La tierra, entre la yerba... A mediodía, Platero estaba muerto. La barriguilla de algodón se le había hinchado como el mundo, y sus patas, rígidas y descoloridas, se elevaban al cielo. Parecía su pelo rizoso ese pelo de estopa apolillada de las muñecas viejas, que se cae, al pasarle la mano, en una polvorienta tristeza...
Por la cuadra en silencio, encendiéndose cada vez que pasaba por el rayo de sol de la ventanilla, revolaba una bella mariposa de tres colores...


Aquí  vemos a Rafael de Penagos en un vídeo enseñándonos cómo es su casa


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