En noviembre, hablamos en este blog del fallecimiento de Marcos Ana, el preso político español que más tiempo ha estado encarcelado: 23 años estuvo preso por sus ideas políticas y por defender la democracia contra los golpistas de Franco.
Nació en Barcelona, en 1925.
En febrero de 1939, ante el ya imparable avance de las tropas franquistas, José y sus padres huyeron a Francia. Allí fueron recluidos primero en el campo de refugiados de La Combe Aux Loups y, finalmente, en Les Alliers, un recinto situado junto a la localidad de Angulema. Fue en este lugar donde les sorprendió la invasión alemana de Francia.
José y su padre, Miguel, fueron enviados al campo de Mauthausen, en Austria, en agosto de 1940. José tenía entonces 15 años. Allí les pusieron un brazalete azul, que significaba "apátrida", sin patria (los alemanes llamaron a España porque no sabían qué hacer con los deportados españoles y Franco les dijo "haced lo que queráis, no son españoles").
Su padre fue llevado a trabajar a la cantera de Gusen, donde fue asesinado.
Las tropas de EEUU liberaron Mauthausen un 5 de mayo de 1945. De las más de 100.000 personas exterminadas, cerca de 7.000 eran españolas.
"Estuvimos tres días viajando sin comer. Cuando llegamos nos tuvieron siete horas encerrados, nos bajaron y le dije al SS con los dedos que tenía 14 años. En realidad tenía 15, me quité uno, pero dio igual. Me empujó camino de la cuesta que llevaba al campo. Allí, lo primero era desnudarnos y, aunque era verano, después de la ducha fría estábamos helados. Luego nos rapaban el pelo de todo el cuerpo, incluidas las partes, y nos rociaban para desinfectarnos", recordaba él mismo en una entrevista.
En este vídeo, el periodista Gonzo, de El Intermedio, habló con José Alcubierre
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José volvió a Angulema, en Francia, allí rehízo su vida, se casó y formó una gran familia. Durante siete décadas recibió diversos reconocimientos y reparaciones por parte de Francia y Alemania. El último de ellos fue, a la vez, el más importante: en marzo del 2016 fue declarado Caballero de la Legión de Honor francesa. Un título que recibió con una sensación agridulce, porque ponía aún más en evidencia el olvido al que le había sometido su patria. España le ignoró a él, a su padre y los más de 9.300 españoles y españolas deportados a los campos nazis.
José Alcubierre, junto con otros compañeros como Francesc Boix (en la imagen, el que lleva la cámara), pudieron sacar negativos con fotografías hechas en el campo. En los momentos finales de la guerra, el joven Alcubierre participó en una operación secreta, liderada por el prisionero catalán Francesc Boix, para sacar del campo las fotografías que probaban los crímenes cometidos por los SS. Jesús Grau, Jacinto Cortés y José Alcubierre, tres deportados españoles, se jugaron la vida para poner a buen recaudo decenas de negativos y copias. Tras la guerra, esas fotografías serían exhibidas en Núremberg, durante el juicio a que fueron sometidos los principales dirigentes del III Reich. José es el que está al fondo, a la derecha).
José volvió a Angulema, en Francia, allí rehízo su vida, se casó y formó una gran familia. Durante siete décadas recibió diversos reconocimientos y reparaciones por parte de Francia y Alemania. El último de ellos fue, a la vez, el más importante: en marzo del 2016 fue declarado Caballero de la Legión de Honor francesa. Un título que recibió con una sensación agridulce, porque ponía aún más en evidencia el olvido al que le había sometido su patria. España le ignoró a él, a su padre y los más de 9.300 españoles y españolas deportados a los campos nazis.
José Alcubierre, junto con otros compañeros como Francesc Boix (en la imagen, el que lleva la cámara), pudieron sacar negativos con fotografías hechas en el campo. En los momentos finales de la guerra, el joven Alcubierre participó en una operación secreta, liderada por el prisionero catalán Francesc Boix, para sacar del campo las fotografías que probaban los crímenes cometidos por los SS. Jesús Grau, Jacinto Cortés y José Alcubierre, tres deportados españoles, se jugaron la vida para poner a buen recaudo decenas de negativos y copias. Tras la guerra, esas fotografías serían exhibidas en Núremberg, durante el juicio a que fueron sometidos los principales dirigentes del III Reich. José es el que está al fondo, a la derecha).
(una de las fotografías de Francesc Boix)
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